lunes, 27 de abril de 2015

La guerra en Venezuela, Nos volvimos locos

El dependiente del abasto tras la caja registradora apura los dedos en ella mientras cobra y va saliendo de la colita de los que pagan frente a él. A la misma vez atiende y discute con un vendedor de una distribuidora que le lee la lista de productos a ofrecer.
-¿Y tienes Nutella, en el envase pequeño y mediano? -pregunta el vendedor
Sin mirarlo ni quitar la vista de la caja registradora donde sus dedos se mueven velozmente, el del abasto le contesta:
-Ajá, ¿esas qué precio tienen?
El vendedor le echa un vistazo fugaz a las personas en la cola pa luego contestarle en voz alta y con una sonrisa.
-uyyy, eso se fue pa las nubes bien lejos, pero el problema es que no hay. Mira, ¿y tienes chocolate para taza?
-Ya no me queda -responde el dependiente activo, mientras embolsa una compra y recibe el dinero -¿pa cuánto viene eso?
-No vale, te vas a quedar loco con el precio; pero tampoco hay.
Y así con un par de productos más hasta que el bodeguero deja lo que hace y lo mira fijamente y le dice:
¿A qué coño viniste tú? ¿A leerme la lista de los productos que no tienes? ¿Qué clase de vendedor eres tú?
-ah, ¿tú ves? No es culpa mía, es culpa del gobierno que no da los dólares.
-Déjame trabajar y no jodas más, cuando tengas algo te vienes o me llamas.
La cara del vendedor, en vez de molesta era un poema. La del dueño del negocio de arrechera, y la de los de la cola de desesperanza.

En un laboratorio médico del este se prende la mecha entre cinco opositores y un chavista que esperan consulta. El chavista escucha los argumentos, callado, sereno. "No hay comida, no se consigue nada, no hay papel tualé",  y por ahí se va la vaina. Logra abrirse paso ante el chaparrón escuálido y les pregunta:
-Ya va, ya va. Yo les pregunto: de ustedes cinco, ¿cuántos no han desayunado, almorzado o cenado hoy? (Eran las siete de la noche). ¿Cuántos o cuántas de ustedes no se pudieron limpiar el culo hoy cuando cagaron?
-Sí, ¿pero y el que no puede? Nosotros podemos, ¿pero y el que no?
-Pero cómo es eso. Miren, aquí habemos seis personas. Coño, si la vaina fuera como ustedes dicen por lo menos cuatro de ustedes estarían aquí con una pálida por hambre y dos bien comidos, o por lo menos parejos, pues, tres comidos y tres con pálida. Pero todos nos hemos metido tremendas papas hoy, y digan que no pa que dios los castigue, carajo. Además, estamos pagando 1.800 por una consulta. Y Por ahí siguió la discusión.

Le preguntaba a una doña que vive en los Valles del Tuy cómo veía la cosa con la comida. Esta acababa de cocinar endo pollo a la jardinera, con arroz blanco, tajadas y una ensalada rayada envidiable; más jugo de melón y hasta un cafecito. Cinco adultos y tres menores rasparon esa olla. Mi pregunta exactamente fue:
-¿Y cómo ves tú la vaina con el asunto de la comida? ¿Se consigue?
-Ay,mijito, está difícil. Mira, sólo se consigue atún y carísimo. Muy, muy difícil. Y si no haces cola no compras nada.
 Verga, yo me quedo pensando la vaina mientras una presa de pollo y otra de tajada quedan ensartadas en mi tenedor y le pregunto:
-Pero, ¿y este pollo y plátano, arroz y melón?
-Ah, pero eso es porque mis sobrinos trabajan en Pdval y otro en Mercal y no me dejan morir. Si no te sale es atún hoy.
-¿Y quién más compra en el Pdval o en el Mercal?
-Bueno, la demás gente del barrio.

Bajando por la cuadra del barrio me voy consiguiendo a los vecinos que vienen del supermercado Día a Dia. Una procesión que se repite semanalmente cargando bultos de papel higiénico, otros con bolsas llenas de mantequilla, café, harina pa arepa, azúcar, aceite. Sé que no son bachaqueros porque los conozco. Escucho a una pareja comentar: 
-Mañana vas a Farmahorro. Te toca. Ya tengo la lista.

En un cajero en la avenida Sucre, frente al 23 de Enero, un chofer de camionetas de la ruta Propatria-Chacaito se queja de que le bajaron el cupo de Cadivi de no sé cuánto dólares a sólo 1.200, o algo así. "verga -pienso yo- y este güebón habría visto dólares alguna vez en su vida durante los gobiernos adecos y copeyanos?

Ya en la camioneta vía Sabana Grande por la Urdaneta comparto puesto con un señor. A su lado un bolso de donde sobresale un nivel de albañilería o carpintería y una lata de pega Elefante de esas medianas Obrero. Repica el teléfono, echa mano de él.
-Aló, qué pas Lucio, estoy en la camioneta, te vi esta mañana bajando el cerro y bla, bla, bla...". Me fijo en el teléfono desde donde habla. Un Alcatel, dice. Busco con el nombre el precio en Mercado Libre y me aparece esto: "Alcatel Android 3g 4g Quad Core 2 Cámaras Flash Bbm Pin Gsm:Bs. 26.5000".

Centro comerciales abarrotados de gente, restaurantes llenos los mediodías y fines de semanas, ah, pero todo el mundo arrecho.
¿Qué coño está pasando?, me pregunto. Me vienen imágenes de cuando chamo, en los gobiernos anteriores. O Había comida pero no había rial pa comprarla, o había rial pero no había comida. Pero esta es una vaina de locos. Hay rial y hay comida, pero nos comportamos como si hubiese una crisis económica de dimensiones apocalípticas. No hay rial, pero todo el mundo tiene un teléfono celular último modelo o una pantalla plana en su sala, o, como mínimo, un equipo de sonido supersónico. No hay comida, pero diariamente las procesiones con cargas de productos abarrotan las calles. No hay comida pero todo el mundo come más de tres veces al día.
Entro en la zapatería, por ahí por Sabana Grande. Reviso los precios, veo los modelos hasta llegar a los que me gustan. "Me los llevo", le digo a la empleada. "Pase por caja", pelo por la de débito y ¡zas!: 10 mil bolívares fuertes.
Salgo hacia el metro pensando en lo locos que estamos, feliz con mis zapatos de 10 mil en un país que no hay ni dinero ni comida, pero "Venezuela ya no forma parte de los países que padecen de hambre en el mundo, según la FAO". En un país donde no hay dinero pero construye diariamente cientos de casas para los pobres y no para los ricos y le regala dólares a una clase para que haga shoping en Miami.
El mundo está loco. Nos volvimos locos.

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