sábado, 22 de noviembre de 2014

Miguel Ángel Contreras en la II Conferencia de la Red Clacso-Venezuela “América Latina tiene enorme potencial para pensar alternativas a la crisis civilizacional”


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Edición: El Peatón
Caracas, 21 nov.- “Está planteado un conjunto de desafíos relativos a la producción del conocimiento. El primero, descolonizar nuestro propio pensamiento. Pero esto no implica botar el niño con el agua sucia, hay que botar el agua sucia. Luego, desoccidentalizar el mundo, descolonizarlo. Deconstruir miradas a través de las cuales hemos pensado el mundo. Preguntarnos cómo reconstruir el campo del conocimiento frente a las relaciones sedimentadas en el logos colonial moderno. Situarnos ante la crisis civilizacional, y en el caso de América Latina tenemos potencialidad enorme para pensar alternativas”.
Así lo planteó este jueves (ayer) Miguel Ángel Contreras Natera, director ejecutivo del Instituto de Investigaciones de Mercosur, en el acto de apertura de la II Conferencia de la Red Clacso-Venezuela, “Retos y Perspectivas de la Investigación Social y Humanística en América Latina y en Venezuela”. Este evento se inició este miércoles en la Sala de teatro 1 del Centro de Estudios Latinoamericanos Rómulo Gallegos (Fundación Celarg).
Aceleración del tiempo histórico
“La aceleración del tiempo histórico significa que en este momento nos encontramos ante una bifurcación sistémica que se expresa en lo que en el siglo XVIII se llamó el fraccionamiento de las matrices universales. Es decir, una idea de unidad se fracciona y a partir de ahí se produce una multiplicidad posible de cursos de acción, a partir de los cuales nosotros vamos a pensar en los próximos cincuenta años”.
Al respecto, plantea que “siguiendo algunas diferencias en los análisis de los sistemas mundiales, nos encontramos en una crisis hegemónica, que en el sistema capitalista implica un desplazamiento del Atlántico norte hacia el Sureste asiático, sobre lo cual han trabajado varios autores”.
Y en ese mismo orden de ideas  sostuvo que “no hay un cambio en la naturaleza de los procesos de acumulación del capital sino ocurre el desplazamiento hacia cuál va a ser el nuevo hegemón, a partir del cual se van a configurar los próximos modos de regulación. Estamos ante una crisis sistémica, ante una mutación radical que supone que el sistema ya no va a poder seguir operando como lo venía haciendo en los últimos quinientos años”.
Crisis sistémica o hegemónica
Continuando con su exposición, Contreras afirmó que “los desafíos en el campo del conocimiento suponen la lucha por los conceptos adecuados. En este campo vamos a confrontar posiciones inconmensurables entre sí. Puede haber puntos de encuentro, pero posiblemente sean inconmensurables entre sí. Hay una disputa, una guerra de interpretación”.
En esta dirección sostiene que otro campo de beligerancia es “la relación entre subjetividad y política, en tanto es la forma cómo pensamos e imaginamos el mundo. A partir de esas subjetividad podemos decir qué tipo de configuraciones institucionales vamos a estar concibiendo a partir de los balances en el campo del conocimiento. No es una dirección lineal, estoy ejemplificando. El otro punto es la relación entre los movimientos alternativos a la acumulación del capital, que apuntan a mirar otro mundo posible”.
Se trata, dijo, de “una lucha en el campo del conocimiento, en la subjetividad y en el trazado de fronteras institucionales que podemos estar construyendo. Esta crisis es una constatación fáctica de la situación en que nos encontramos, a partir de los cuáles se plantean los desafíos de las ciencias sociales en la región. Para pensarlo lo abordamos en tres dimensiones: genealógica, deconstructiva y crítica”.
El intelectual venezolano explicó que es genealógica en cuanto se debe recordar la necesidad de historizarlo todo y determinar cuáles son los conceptos que se utilizan, tomando en cuenta que los referentes están localizados contextualmente, no son atemporales y cuentan con una carga de historicidad muy importante.
“En esta dimensión genealógica, estaríamos tratando de reconstruir la tradición a partir de la cual pensamos América Latina. Esa dimensión nos coloca en este punto. No sólo con el triunfo, con el final de la gran guerra que comenzó en el 14 y culminó en el año 45, y que terminó con una hegemonía, de la cual surgió una división del mundo”.
Señaló además que en el campo de las ciencias sociales uno de los aspectos más importantes es que del año 1945 en adelante diversos países de América Latina, África, Oceanía y Asia, para desarrollarse tuvieron que abordar un conjunto de medidas que apuntaran a la educación y hacia procesos de modernización, y que en el caso particular de América Latina, fue necesario producir reformas que llevaron a la formalización, industrialización y fomento de la tecnología.
“Empezamos en los 50 procesos de industrialización. Para entonces, el funcionalismo trazó líneas en el campo de la sociología y la antropología que incidieron presentes en la configuración del modelo en que se pensó America Latina. Desde la perspectiva de varios autores se planteó la reflexión que condujo a una crítica a lo interno de las formas cómo se pensaron las ciencias sociales de la región. Una visión crítica la aportó la teoría de la dependencia y empezaron a confrontarse las visiones del mundo”, explicó Contreras.
Además aclaró que en la década del setenta hubo constatación de esta crisis paradigmática y la necesidad de confrontar con rediseños en el campo del conocimiento. Suponía que había una multiplicidad de lecturas del desarrollo con distintas adjetivaciones.
La crisis, indicó,  coincide con la ofensiva neoliberal, que a su vez coincide con la promoción o emergencia de la cultura postmoderna. Se puede ver que hay una intervención muy clara entre los procesos de acumulación de capitalismo tardío con procesos culturales que van de su mano.
Se refirió a lo sucedido en los años 70 y 80 con la ofensiva neoliberal, y en particular a las experiencias chilena y argentina, cuando este enfoque logró imponerse mediante dictaduras militares.
“Es lo que he llamado el neoliberalismo disciplinario. Ahí logró imponerse una visión armada disciplinaria sobre la sociedad. Entonces dirigíamos la mirada hacia consolidar procesos democráticos en el cono sur. Hemos tenido en este caso una visión de financialización del mundo que ha implicado la profundización de las desigualdades sociales, los déficits democráticos que giran en esa dirección”, aseveró.
Luego en los 90, continuó exponiendo,  “empezaron a emerger cursos disruptivos, bifurcaciones sistémicas que nos colocan ante un horizonte profundamente estocástico, en el cual no sabemos cuál es la dirección que va a tomar el mundo”.
Surge la interrogante: “¿Cuáles han sido la antinomias, categorías y distinciones a partir de la cuales pensamos el mundo? Se asemejan mucho a la historia que se fue configurando en el siglo 19. Son categorías forjadas en el siglo XIX. Si es así, una advertencia que debemos hacer ante esto, es la necesidad de impensar las ciencias sociales y el siglo 19, porque esas categorías nos constriñen y no nos permiten pensar las alternativas históricas y políticas. Es un tema central identificar las categorías con las que pensamos el mundo”.
Comenta que en el propio debate epistemológico de las ciencias en general en los años 60 y la aparición entonces del concepto de inconmensurabilidad, ya no era posible pensar las disciplinas como un todo, sino con una diversidad de miradas. En consecuencia “la pluralidad es una condición del conocimiento como tal, no sólo de las ciencias sociales. Este es uno de los aspectos de mayor relevancia”.
Aquí pasa a explicar la necesidad del análisis deconstructivo. “Una de las cosas que podemos pensar, es que la reflexión de los últimos 15 o 20 años en América Latina apunta a recuperar el lugar de anunciación. Hay que pensar a partir de nuestra realidad; pensar América Latina como si fuera América Latina, y desde América Latina”.
Refiere que la preocupación en la naciente modernidad, según la cual el conocimiento debía buscar leyes universales, ya no tiene ninguna validez en nuestros días. “La recuperación del lugar de anunciación nos lleva frente a problemas como los temas identitarios, el racismo, la discriminación de género, la necesidad de producir trabajos que apunten en lo social a la redistribución y en los temas identitarios hacia el reconocimiento. Hay una gran cantidad de vetas a partir de los cuales podemos pensar América Latina”.
También el nombre de América Latina está en disputa teórica y epistemológica. “Utilizamos la inscripción America Latina creada en el siglo XIX por Maurice Chevalier en una disputa con EEUU para definirla en contraposición a la América sajona. Por eso el lugar de anunciación. Hay que impensar la antinomias, a partir de las cuales hemos pensado el mundo. La necesidad de historizarlo todo, lleva a deconstruir todas las visiones a partir de las cuales se construyó la narrativa eurooccidental soportada sobre una teleología en positivo que hoy podemos estar cuestionando”.
Finalmente expone que “el capitalismo cognitivo implica la apropiación constante de la acumulación, por la posesión del conocimiento a través de la apropiación intelectual y por vía del conocimiento del software. Los grandes desafíos nos obligan a pensar las ciencias sociales y los efectos y configuraciones que se construyen a partir de otras ciencias, recuperar la dimensión holística e integralidad. Esa alineación integral de las ciencias sociales. Ir hacia operaciones conceptuales que apuntan hacia la transdisciplinariedad”.
Apuntó que “la presencia de dos ministros en el podium inaugural es un indicador de la necesidad del Estado de promover líneas de investigación que expresen la pluralidad del país que hoy tenemos. Su presencia y apoyo es fundamental para notar la diferencia en este caso de la experiencia venezolana. Todo esto lo debemos celebrar en la Conferencia Clacso-Venezuela”.
Fuente: Prensa Celarg

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